Schrödinger era un pequeño gato rico que siempre estaba muy ocupado. Su historia comienza en un día muy estresante para Schrödinger, el cual estaba pasando por una de aquellas tardes en que tan ocupado estaba, tenía mucho trabajo mirando los pececitos del salvapantallas de su ordenador.
Este laborioso trabajo, le suponía un gran esfuerzo a Schrödinger. Se sentía muy agotado. Debió ser la confusión que le causaba el agotamiento extremo al que estaba sometido, la que produjo que Feliz se lanzara repentinamente hacia la pantalla del ordenador para intentar pescar uno de aquellos sabrosos peces. Pero cuando Schrödinger saltó sobre la pantalla, los peces habían desaparecido, sustituidos por brillantes letras verdes que nadaban sobre un fondo negro.
Schrödinger se quedó perplejo. ¿Estaba alucinando?. ¿Dónde habían ido los peces?. ¿Qué eran aquellas letras verdes?. ¿A que huelen las cosas que no huelen?. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?. ¿Por qué los malos siempre tienen tan mala puntería en las películas?. Todas estas preguntas y muchas más, pasaron entonces por la mente de nuestro querido gato.
Antes de que pudiera darse cuenta, Schrödinger comenzó a ser absorbido por la pantalla de ordenador sin que pudiera hacer nada por evitarlo. De repente despertó, al otro lado de la pantalla de ordenador, en un mundo desconocido.
¿Era éste un mundo falso creado por su mente?. ¿Era quizás éste el mundo real?. Schrödinger se sentía confuso en este nuevo mundo.
Apareció entonces un perro ante él, era Perrofeo.
Perrofeo: Schrödinger. éste es el mundo real, un mundo que todavía no conoces, un mundo en que todo es posible ya que esta dominado por fenómenos cuánticos. En lo que todo “es” y “no es” al mismo tiempo. Un mundo caótico en el que nada existe y al mismo tiempo lo es todo. Un mundo en el que nisiquiera existes. Schrödinger, tú no estas aquí...
Pero antes de que Perrofeo pudiera terminar de contarle toda la verdad y nada más que la verdad, Schrödinger, que no entendió nada de lo que este chucho trataba de explicarle sintió unas ganas increiblemente fuertes de golpear a este perro. Así que Schrödinger saltó y sintió mientras se encontraba flotando en el aire que el tiempo se detenía, todo iba más lento de lo normal. Schrödinger golpeó a Perrofeo con una patada voladora y entonces el tiempo volvió a la normalidad.
El pobre Perrofeo murió en el acto, como si de una patada de Chuck Norris se tratase. Pero Schrödinger, lejos de sentirse arrepentido por lo que acababa de hacer, se sintió más poderoso que nunca, capaz de cualquier cosa, y su sed de lucha se vio incrementada. Quería pelear, una lucha digna contra un adversario de su categoría, así que salió volando en busca de nuevos adversarios a los que desafiar.
Algo llamó la atención de Schrödinger. Era una fuerza maligna. Una poderosa fuerza maligna de alguien que con toda seguridad podría ser su digno adversario.
Schrödinger se acercó al lugar del que provenía aquel increible poder. Cuanto más se acercaba más poderosa era la fuerza que sentía. Era la fuerza más poderosa que había sentido nunca. Los ojos le brillaban de emoción cuando al fin llegó al lugar.
Entre las sombras apareció Sardina. Su aspecto daba realmente miedo. Pero Schrödinger no tenía miedo. Estaba impaciente por luchar con este impresionante gato.
Los dos gatos se miraron fijamente, desafiantes. Ambos sabían que se encontraban ante un poderoso rival. No hicieron falta palabras, la pelea era inminente.
Los contrincantes adoptaron sus posiciones de combate, esperando el momento idóneo para comenzar el ataque. El viento soplaba fuertemente, silbando mientras arrastraba las hojas de los arboles de los alrededores.
Entonces comenzó la pelea y ambos contrincantes se abalanzaron uno contra el otro, preparados para liberar sus mejores golpes contra su adversario.
Ambos felinos eran tremendamente fuertes, y en un principio ninguno conseguía superar al otro.
Pero entonces, Sardina logró concentrar toda su fuerza en un tremendo ataque que pilló desprevenido a Schrödinger. Sardina estuvo a punto de comerle la oreja a Schrödinger.
Pero Schrödinger logró resistir el ataque, y se preparó para su mejor golpe. Concentró su energía en una mano hasta que una bola de luz comenzó a formarse.
Pero antes de que Schrödinger pudiera lanzar su bola de energía, Sardina se adelantó y le atacó lanzándole rayos de sus ojos.
Schrödinger recibió de lleno el ataque y se vio propulsado con fuerza contra una roca.
Schrödinger se sintió rabioso, no podía ser que hubiera alguien más poderoso que él. No podía perder aquel combate, debía ganar y demostrarse a si mismo que era el más fuerte. La rabia poseyó su cuerpo, llenándolo de energía.
Schrödinger concentró toda la energía que había en su cuerpo y entonces un aura de poder envolvió su cuerpo y se transformó en un Super Felino.
Era el Elegido, el Gato Legendario, aquel que solo aparecía cada 1000 años. Sardina quedó boquiabierto, pues no podía creer lo que veían sus ojos. ¿Cómo podía ser ese felino de clase inferior el gato del que hablaban las leyendas?.
Sardina sintió el gran poder que emanaba de Schrödinger, pero no estaba dispuesto a dejar que aquel felino de clase inferior le venciera. Lo daría todo de si mismo para no perder este combate.
Cuenta la leyenda que ambos combatientes estaban tan igualados que la batalla que se produjo se prolongó durante años y años.
Hay quien dice, que estos dos rivales todavía siguen peleando en algun lugar. En un lugar imaginario. Un mundo caótico creado por un error del sistema. Un mundo de ideas absurdas, sin sentido, en que la realidad se distorsiona. Un mundo que nunca nadie ha visitado, en el que usted no está leyendo esto, porque este lugar nunca ha existido y usted tampoco. Un mundo en el interior de Miautrix.